Una aventura boreal

Mochilas listas contra la cama.
15 kilos para el pulpo, 13 para la ballena... con la certeza de que poco a poco iban a disminuir. Llevamos una carpa que esperamos no usar, bolsa de dormir, una muda de ropa confortable, abrigo, un libro, los bastones, las raquetas y comida para sobrevivir 12 días (Paquetes de semolina, sopas en polvo y un poco de queso).
Partimos rumbo al aeropuerto de Paris, donde nos encontramos con el tercer miembro del equipo, Rudy.

Destino: Inari, Laponia (Finlandia)

Objetivo: Conectar 11 cabañas entre Lemmenjoki y Hammastunturi

Inari

Volamos tarde a Helsinski y el vuelo a Ivalo salía recién al día siguiente, por lo que la primer noche de la expedición estaba planeada pasarla en unos "huevos" (una especie de cama cápsula) que los chicos habían descubierto en el fondo del aeropuerto en su primer viaje a esta zona. Resulto ser que dichos huevos habían estado en promoción cuando ellos habían estado ahí hace 3 años, pero que ahora costaban unos 40 euros por 3 horas, así que terminamos durmiendo en la biblioteca, con varios compañeros de piso (literalmente).
Aterrizamos en Ivalo la mañana siguiente y tomamos un bondi que nos llevo hasta Saariselkä, un pueblo turístico un poco mas al sur, nuestro punto de partida. La primer cabaña estaba a solo 5 km de la ciudad lo que nos implicaba un día fácil para empezar, una entrada en calor como quien dice (aunque prácticamente es mas una entrada en frio...).
Pasamos por la oficina de turismo para confirmar q las cabañas a las que apuntábamos existían (si bien nuestro mapa era reciente, como son cabañas de madera en dentro de las cuales se hace fuego, tienen la tendencia a desaparecer de repente...)

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Después de equiparnos, salimos hacia Harrioja, con la agradable sorpresa de que no era una carpa lapona como pensabamos, sino un refugio de día propiamente dicho, en el medio de la pista de esquí de fondo. La mala noticia fue que el camino que íbamos a hacer no estaba abierto, lo que implicaba tener que estar luchando con nieve fresca constantemente. Siguiendo las recomendaciones recibidas, decidimos desviarnos hasta Laanila, desde donde podíamos enganchar la ruta con la pista de esquí y caminar por esta hasta la cabaña. Los 5 km se convirtieron así en casi 13.
Después de caminar varios km sobre la ruta de motos de nieve (que corre paralela a la de los autos) Nos encontramos con un cartel que indicaba un sendero de trecking en el sentido que teníamos que ir (más o menos a mitad de camino de Laanila) que no era ni el que queríamos tomar al principio, ni al que estábamos apuntando ahora... y como claramente no podíamos esperar para empezar a usar las raquetas decidimos tomarlo. Caminamos a buen ritmo por varios kilómetros, hasta que vimos que el sendero se desviaba hacia el norte, como nosotros considerábamos ya estar mas o menos a la altura de la cabaña, por lo que teníamos que continuar hacia el oeste, decidimos que ya era hora de abandonar el camino fácil y comenzar a hacer nuestra propia huella. Al fin y al cabo no hay sendas que conectan el resto de las cabinas.

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Fue hermoso tener tanto blanco al rededor, estar caminando por un bosque de pinos viendo el sol asomarse entre los troncos (no importa la hora del día, en esta época del año no se aleja demasiado del horizonte)...

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Tan poco duró...

Después de hacer unos cuantos pasos hacia el oeste ya estábamos caminando con la nieve por sobre las rodillas. Si, las raquetas hacen que te hundas menos... el problema es que, cuando hay un metro de nieve fresca y que nada paso por encima para aplastarla un poco, "menos" no alcanza.
Fue una dura pelea, subiendo y bajando lomas, turnándonos para abrir el camino, buscando formas de cruzar el rio que, si bien la superficie estaba congelada, lo escuchábamos correr por abajo y no confiábamos en que el hielo soporte nuestro peso, tratando de definir si este relieve coincidía con este o con aquel en el mapa mientras los pies se congelaban en la nieve y las manos se entumecían agarrando los bastones, pero finalmente (GPS por medio) logramos llegar a la cabaña!
No era muy grande... claramente era un refugio para descansar un rato, calentarte y tomar algo en el medio de la pista, como hicieron un par de grupos que llegaron atrás nuestro. Tres bancos contra las paredes y un lugar para prender fuego en el centro.

Después de que partan los esquiadores la ballena empezó a decir que la cabaña no se calentaba... Asumimos que era porque no habíamos estado más de una hora ahí, sumado a que la gente había estado abriendo y cerrando la puerta... El sol se puso, la temperatura bajo rápidamente y la cabaña no se calentó. Si bien estaba mas caliente que afuera y nos resguardaba del viento, teníamos que estar en un diámetro de medio metro del fuego para no tener frío, por mas de que tuviéramos puesto todo el abrigo que llevamos, con las manos a centímetros de las llamas. Calentarse los pies? Olvidate... La nieve que había entrado entre las idas y venidas jamás se derritió.

Pasamos así la noche, tratando de dormir, despertándome para poner mas leña en el fuego. Hasta cambie mi bolsa de dormir con la de la ballena xq no daba más del frío y ella estaba un poco mas abrigada......... pero sobrevivimos! por mas de que no llegamos a entrar realmente en calor, nos motivaba saber que las otras cabañas eran verdaderos refugios, pensados para pasar la noche, y no refugios de día como este (mas allá de que nos habían dicho que no íbamos a tener mucho problema para dormir acá...)

Arrancamos temprano, hoy ya no hay caminos. 15 km nos separaban de Moberginoja, una de las travesías mas largas.
Salimos a la pista, tras unos pocos metros agarramos la brújula y apuntamos al oeste, nos damos coraje entre nosotros y formamos la fila. Rudy da el primer paso.... y se hunde hasta la mitad del muslo.

Los siguientes 5 - 10 pasos fueron iguales o peores y el animo ya no estaba alto. No había chance de hacer 15 km en un día en estas condiciones, y nada nos aseguraba que la cosa vaya a mejorar. De hecho, lo mas probable es que se mantenga o incluso empeore en los valles.
Frustrados, volvemos a la pista.

Habíamos estado estudiando el mapa la noche anterior, asumiendo que esto iba a pasar (tan cerca del fuego como nos animábamos a poner al mapa) y teníamos un plan B. Continuar por la pista hasta Tolosjoki, unos 12 km. Pasar la noche ahí y seguir al día siguiente hacia el norte, con la esperanza de poder caminar sobre el rio Ivalo, donde la nieve debería ser mas baja. Todo el plan que teníamos antes de salir se perdió en esa decisión, así que era hora de improvisar. Con algo de suerte íbamos a poder llegar lejos por las cabañas que hay a lo largo del Ivalo.

Caminamos a buen paso por la pista, y disfrutamos del paisaje, siempre dentro del bosque, cruzándonos de vez en cuando con un esquiador entre subidas y bajadas. Tratando de pisar al costado de sus huellas para no complicarles demasiado la vida. No estaba mal, pero no logramos encontrar ese ámbito natural que buscábamos. Esa soledad con la naturaleza... hasta el bosque parecía armado.

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Poco después del mediodía, poniendo un buen tiempo y ya algo cansados, llegamos al refugio que nos recibió con otra sorpresa. No era una carpa lapona, como figuraba en el mapa, sino un refugio para parar unos minutos. Lejos de ser como la cabaña donde pasamos la noche anterior, este era un refugio bajo, con tres paredes y un techo inclinado. Lugar para sentar 4 personas, sin dejar mucho espacio, un lugar cercado con piedras para hacer un fogón a medio metro y una hermosa vista sobre la rivera. Un lugar ideal para poner una carpa y asar unas salchichas, EN VERANO... No había chance de pasar acá la noche con los -20º C que no son anormales. Las opciones escasean y, tras bajar las mochilas, Rudy decide ir a explorar por un sendero marcado detrás del refugio, con la esperanza de que realmente haya una carpa lapona no muy lejos como indicaba el mapa. Mientras yo me ocupo de reavivar el fuego moribundo dejado por los anteriores ocupantes la Ballena corta un poco de pan para hacer unas tostadas con queso en la parrilla y esperar las novedades del scout.

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5... 10 ... 15... 20 minutos pasan... la ballena lo empieza a llamar, pero no hay respuesta. Empezamos a tocar el silbato (los 3 teníamos uno para casos donde gritar no alcanza) pero no hay caso. La ballena sale siguiendo sus huellas y yo me quedo para hacer de faro en caso de ser necesario, cosa que afortunadamente no pasó. Volvieron después de unos pocos minutos, Rudy en un estado de fatiga importante, pero las tostadas con queso lo estaban esperando. "Y ahora que hacemos?", surge la necesaria pregunta. Dado que ya habíamos perdido un buen tiempo y que estábamos cansados, lo más prudente era abortar y volver a Saariselkä, al rededor de 8 km por la pista, pero Rudy no se sentía con fuerzas para recorrer la distancia. Sugirió que nosotros fuéramos a la ciudad, mientras el pasaba la noche en ese refugio. De los 3, él es el que tiene mas experiencia y tiene un equipo mas abrigado que el mío, pero ni a la Ballena ni a mi nos gusto la idea. "Separarse" es esa mala idea que aparece en algún punto en todas las películas de terror, punto desde el cual todo va cuesta abajo... (O al menos eso me enseño Scooby Doo XD). El sol bajaba, Rudy ya estaba temblando por más que tenia sus dos camperas puestas y no parecía tener mucha energía para hacer nada. El frio le estaba pegando (Mas tarde nos confesó haberse acostado en la nieve para descansar mientras hacia de scout).
Las negociaciones tomaron un rato, pero finalmente decidimos darle un poco mas de tiempo y cocinarle una sopa antes de emprender el camino hacia Saariselkä, a eso de las 4 pm. Teníamos al rededor de una hora de sol restante y una más de luz, pero la temperatura descendía rápido, al punto en el que nuestra respiración se empezó a cristalizar en mis pestañas y en el pelo de la ballena. La marcha fue lenta, con varias paradas para descansar. El paisaje ya no era tan atrayente (igual seguí sacando fotos, claramente), el stress y la adrenalina lo opacaron pero nos mantuvieron en movimiento.
Al rededor de las 7:30, después de habernos perdido en un cruce de caminos, terminamos en un complejo hotelero de esos que cuestan 500 euros la noche (Había una limusina en el estacionamiento con el logo del complejo....). Con la ballena entramos en un ataque de histeria, viendo el final del bosque y la ruta a menos de 200 metros, viendo las luces de la ciudad un poco mas allá, pero teniendo la reja del hotel en el medio (de hecho de alguna forma entramos en una parte del hotel, porque nos vimos cercados por varios lados...). Yo llegue a sugerir sacar un cuchillo y cortar la reja que, para mi, estaba hecha de cuerda... El frio ya nos estaba pegando a todos, y cortar metal con un cuchillo iba a tardar un poco. Terminamos encontrando una zona que en donde la nieve estaba lo suficientemente alta y firme como para permitirnos pasar por encima de la reja con mochilas y raquetas y asi salimos por la entrada del hotel hasta la ruta justo en frente de la oficina de turismo que, por mas que la oficina en si estaba cerrada, la puerta al complejo estaba abierta! Dentro finalmente nos relajamos un poco y pudimos descansar, soltar las mochilas y tirarnos en un sillón, disfrutando del calor y viendo donde pasar la noche (preferentemente que no costara 250 euros por persona).

Conseguimos una habitación a un precio razonable, pero como todo buen precio razonable no es el lugar mas cómodo de la ciudad, estaba del otro lado, mas o menos a un kilometro de distancia pero lo importante es que ya divisábamos el final del día.
Nos armamos de valor, nos volvimos a poner las mochilas al hombro y encaramos el ultimo kilometro hasta nuestro muy merecido descanso. Para este punto ya hace rato que dolían las puntas de los dedos de la mano, y los dedos del pie, realmente no fue un fin de jornada agradable, ni la mejor primer experiencia en este tipo de actividades...

Pero el día no se había dado por vencido todavía... Al llegar al hostel, tras un intento fallido de comunicación con el guardián (que nos costo un rato ubicar, y al que no volvimos a ver durante nuestra estadía), buscando alguien que hablara ingles de por medio, (que no tengo idea de donde la saco), nos encontramos con la agradable sorpresa de que la "recepción" estaba en el centro del pueblo, a unos metros de la oficina de turismo :|. (Y digo "recepcion" porque era la oficina de correos que estaba metida dentro del supermercado del pueblo)

A este punto nosotros ya estábamos tirados en la entrada (del lado de adentro claramente, donde estaba caliente...) y, como ninguno de los 3 hizo el mínimo intento de moverse, el guardián se ofreció para ir a buscar las llaves. Vale destacar que prácticamente no nos habíamos movido para cuando volvió XD.
Pero ya esta! Teníamos una cama por cabeza, agua caliente para ducharnos y un lugar cómodo para comer...

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Claramente estábamos en el paraíso